viernes, 3 de diciembre de 2010

Cuarto Cadáver - Grupo II

La víspera la pasé con el dinosaurio, que todavía estaba ahí cuando desperté, después de sendas inhalaciones, exhalaciones... Oquéi, oquéi, prometo que desde mañana no volveré a ver un tirrex (sic) con un porro à la belle étoile. Entre tanto (risas) me divierto.

Al dinosaurio no olvido preguntar si se me quedaba algo, a lo que salí corriendo en busca de aquel papel magenta con tantos dibujos escritos y anagramas ordenados, poemas sin rimas y ensayos sin temas; que hacían que mi vida corriera riesgo. Pero fue esa paloma, que ululeaba como lechuza y cacareaba como gallina, la que se me acerco en medio del cielo estrellado y me atacó como lo hizo la otra noche aquel espía ruso. Pero si todos mis enemigos estaban muertos ¿quién había enviado la paloma?

En medio del miedo que se mezclo con la paranoia y quien sabe que otras cosas que no me dejaban pensar en paz, descubrí que no era un aliado del espía ruso, era yo el que sufría de colombofobia, y bueno, tendría que aceptar que la paloma no quería hacerme daño.
Tan pronto acabó de atacarme y estaba allí, en el piso, intentando dar respuesta a las peguntas que me atormentaban y pensaba en dinosaurios pero soñaba con palomas y me imaginaba las bandas de los colegios marchando al rededor de un gran Sauroposeidon y poniéndole florecitas en el dorso mientras el gran dinosaurio se alegraba y las palomas le cagaban encima excitadas, cuando recupere mi conciencia Ya las palomas se habían ido, no había ningún Sauroposeidon y mis preguntas, todas ellas, estaban sin resolver.

Mis espermatozoides siempre serán excéntricos.
Hablo de mi cultivo, mi jardín de cabezas grandes.
La relación no es la mejor, debo admitirlo, pero estamos trabajando por mejorarla, gracias.
Descubrí que son excéntricos -lo dije antes, perdón- fue por error… fue por error que los descubrí, mi mente mentaba y acariciaba pájaros, muchas plumas caían entre pestañas perdidas, presas de una vista estática y vidriosa sobre las cicatrices.
Tanto pleito por orificios y prominencias, cositas que suben y bajan. Es el Lego de la vida, que lo que mas arma -de armar- es quilombo y lo demás también.
De nuevo, la vista fija, donde vos querrás, nadie los invoca, ellos caen, ellos emergen - según el caso - tozudos trululú sin plastiquito rodaban dando tumbos, con la prominente cabeza echa un merengue ¡y es por ti!
Sin perfume de mujer, manos en alto y axilas rasuradas, tomándolo con soda se detuvieron, buscando pelos donde mi amor por ti se empina.
Qué pereza, pensaron. Alguien gritó siéntense.
Algunos se acostaron, otros se esculcaron, peinándose los pliegues pensando qué fumar.
Hablaron, por fin, no de ningún olor, ninguna micción extraña, ningún recuerdo de sopa de auyama y agachese y me lo mama.
sesenta y tres días con dos zetas en vez de tres equis, Robert Nesta sonrío, luego me pidió un encendedor.

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