lunes, 15 de noviembre de 2010

Después de despertar, dormí: 2do cadáver

 Después de despertar me di cuenta que seguía durmiendo, el cuarto estaba sumergido bajo agua y yo tenía escamas y piel de pescado, sonaba Pink floyd y el agua se estaba tornando rosada, desidí volver a la cama y dormir de nuevo, a ver cómo me despertaba.


Desperté todavía en mi sueño y el cuarto estaba sumergido en la más negra oscuridad.


 ¡Bienvenido a Coooca Cola! me dijo un hombre de panza prominente que recordaba vagamente de un sueño anterior, la música era amena, la mejor selección de polka de Lituania decía repetidamente aquel hombre mientras me hacia en aquel vasto paraíso que más que mi sueño, era mi sueño que ahora estaba soñando, no era real, pero era más real que nunca. Estaba allí y todo se podía tomar, era todo de Coca Cola, el suelo, el agua, el aire e incluso las botellas de Coca Cola que estaban llenas de Coca Cola, y ahora me enteraría de cómo se hace realmente ese néctar que no es ni dorado ni natural. y dije por fin ¡qué viva el Uncle Sam!


 Entonces, justo en ese momento desperté y me di cuenta de que todo había sido un sueño, valla tranquilidad la que sentí, no porque tuviera miedo o desespero, sólo no me gusta dormir y ver como todo pasa sin poder hacer nada. Pero seguía allí sin poder moverme, sin poder reaccionar y no tenía muchas ganas de levantarme de la cama, el ambiente estaba muy pesado, ahí fue cuando todo comenzó a dar vueltas, y sombras negras y mares oscuros y niebla y desespero.
Todo tan confuso, tan extraño. Me di cuenta de que aun dormía, que la sombra que mi subconsciente empezaba a dibujar en la pared no me dejaría despertar.

 Su pestañear ha de ser lento como el mío, que el parpadeo sea una danza, que las pupilas viajen de izquierda a derecha con la maestría y mutismo de una máquina de escribir aceitosa.
No me pregunte de dónde vino el aceite, no lo recuerdo, sé que entré violentamente con un martillo a cuestas, un violín lloraba de la mano de los yunques y estribos del pegote de mis orejas coloradas, lo veía todo, al tiempo que cabalgaba de repente, sin martillo esta vez.
Nunca dije que estuve solo, notas delgadas y con pezones como lanzas acompañaron mi cabalgar, aureolas sostenidas me enseñaban sus dientes, gateaba cual infante entre la psicodelia que blanco y negro ofreció.

 El negro, el violeta, el gris, el rojo, todo se pixeló, los bien definidos colores se mezclaron, se aparearon entre sí hasta concebir un blanco total, todo diáfano, sin mácula. Asombroso, la efigie de la antipoesía de Nicanor, el laconismo brutal del todo indescifrable. Reaparecieron las notas, mi gateo infantil devino en enanismo, y ésa era la imagen, un pequeñísimo llanero solitario llevando en la derecha un do y en la izquierda un mi. Pura sinergia. No parabamos, fui la vedette de mi mundo límpido.


 Y cual vedette bailé toda la noche y entretuve y maravillé  a todos, olvidando que este era mi sueño. Recuerdo haber leído alguna vez alguien que dijo “la vida es sueño y los sueños, sueños son”, pero a quién le importa lo que dijo él, es más ¿a quién le importan los sueños? Tampoco importó que tempestivamente las luces se hubieran apagado y sólo quedara el sonido de mis pies en el piso de madera. De  repente todas las luces se volvieron a iluminar, pero se prendían paulatinamente, entre los sonidos de una marimba y un tambor que me recordaban un canto de la costa. Intenté respirar, pero mis pies estaban mojados, y ya, cuando recordé que no sabía nadar me encontré sumergido en un mar profundo. Tal vez,  y sólo tal vez en este momento mi cuerpo emanaba un fluido amarillo, pero más tarde me daría cuenta.

 Sólo espero que ese "tarde" no se prolongue a un "nunca" porque entonces mi mundo se sumergirá en una tinta negra, mis oídos se irán corriendo hacía una carretera hecha de olvido y y de mi boca no volverán a salir esos versos que me inundan el cuerpo de sensaciones indescriptibles, que me excitan cada vez que los pronuncio y me llevan a una hoja limpia y lista para ser convertida en arte, en música, en cuerpo. En un cuerpo desnudo y ahogado en la melodía de éste triste mar infinito, silenciado por mis pensamientos y que está desecho como mis palabras muertas. 


***

6 comentarios:

  1. creo que la cagué... :) lo siento pero no hablé como el sueño, se me olvidó que era de un sueño

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  2. BUENO, EH... ¿QUÉ PUEDO DECIR?, etá bien. Pero para la proxima hagamos dos grupos

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  3. Me pido manejar el próximo, comenzamos ya?

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  4. pero ya no quiero ser de última... me tiro el cuento de nuevo

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